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4/24/2011

Hay veces en la vida en las que necesitas sonreír y sabes que estás en una de esas ocasiones cuando no te apetece hacerlo. Entonces debes, cada mañana, ponerte delante del espejo y ensayar una sonrisa. El primer día, una pequeñita pensando en un momento feliz, el segundo sonríes un poco más y recuerdas a un amigo querido... Así hasta que un día seas capaz de volver a sonreírle al mundo. La vida, a medida que te haces mayor, te va poniendo más problemas en el camino. Pero una persona puede ser la más desgraciada del mundo con un solo problema o disfrutar de cada segundo con decenas de ellos. Tú y yo, querido lector, somos de los segundos. Ante la adversidad, sacamos a pasear al héroe que vive en nosotros.


¡Feliz semana a todos!, en especial a quien va dedicada esta entrada que él y yo sabemos quién es.

El síndrome de abandono

4/22/2011


Resumiendo, este síndrome afecta a personas que se hayan sentido abandonados por un familiar directo o por alguna antigua pareja. Vamos, en ese perfil creo que entrará el 80% de la sociedad tirando por lo bajo pero supongo que el tema es que a unos nos calará más que a otros. El caso es que cuando ese abandono ocurre el sujeto decide que ha sido culpa suya, que tiene una parte oscura que hará que a la larga se aleje de él todo el mundo. Por lo tanto se mostrará ansioso en sus relaciones afectivas, primero queriendo complacer al otro en demasía y a la mínima (una cita anulada, una mala cara...) creerá que la otra persona ha descubierto su lado malo y le va a abandonar. Esto, claro, genera una inseguridad brutal llegando incluso a producir ese rechazo que se pretende evitar. Además no todo el mundo soporta igual de bien la presión de tener alguien al lado que te pregunta constantemente qué te pasa o que monta un drama si un día te ha ido mal en el trabajo y tienes una cara de perros.

Saber que me pasa esto ha sido liberador. De pronto pasaron por mi cabeza imágenes de toda mi vida y me veía una y otra vez cometiendo el mismo error sin saber qué estaba haciendo mal. Es que para mí estaba clarísimo, yo tenía dentro el mal cual Sigourney Weaver cuando tiene el alien en su interior y afecta a su personalidad y era cuestión de tiempo que quien se acercara a mí lo descubriera. Pensaba que había amistades que me duraban más porque tardaban más en verlo. Ahora me he librado del alien y me he quitado de encima la presión de que la culpable de todo lo que pase en mis relaciones sociales tenga que ser yo. ¡Es genial no ser un bicho!.

El lado negativo es que no va a ser fácil librarme de un comportamiento que tengo tan interiorizado. Por lo menos ya consigo percatarme de cuándo mi percepción me está engañando y empiezo a sentirme insegura por miedo al abandono. No tengo claro si llegaré a erradicar cualquier atisbo del síndrome y tampoco me agobia conseguirlo porque ahora que sé a lo que me enfrento.

Así que os animo a todos los que os hayáis sentido abandonados alguna vez en la vida a soltar de una vez de vuestros hombros esa pesada carga de responsabilizaros por ello. Esa persona se perdió alguien tan maravilloso como vosotros y siendo inseguros lo único que conseguimos es que otros que se nos quieran acercar se cansen de nuestras dudas. Si vamos a tener que cargar con nosotros mismos el resto de nuestra vida, ¡vamos a querernos un poco más!.


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Es más que amor... es pasión

4/21/2011

Tarde de vacaciones. Ociosa por obligación porque necesito desconectar. Abro Spotify y pienso en qué canción recomendar vía Facebook un día como hoy. No lo dudo: "tiene que ser una del Superstar" me digo a mí misma y pongo el Getsemaní de Camilo Sesto a todo trapo. La canto a voz en grito hasta que termina y aleatoriamente comienza a sonar Simón Zelotes, también de la BSO de esta genial ópera rock de los setenta. ¡Coño! Qué curioso, al mismo tiempo tengo una nueva notificación en Facebook: "Paco Cifuentes te ha invitado al evento PRÓXIMOS CONCIERTOS"... Mi mente comienza a volar muy atrás, a mi época adolescente, hasta dar con el origen de mis pasiones, con el germen de las grandes cosas que todavía hoy me mueven en la vida:


Capítulo 1. El Teatro

Y es que, con quince años, una noche de luna llena de 1997, me enamoré para siempre del teatro (como conté en este mismo blog hace algún tiempo). Por entonces, lo he contado muchas veces, yo era una pipiola que quería ser hippie, bohemia y artista. Así que me pegaba a los que eran así en el instituto, mayores que yo y con ese aire interesante que tanto respeto me infundía. En el grupo de teatro estaban algunos de ellos (que, de hecho, son hoy grandes artistas) como el propio Paco Cifuentes o Rober Terán, por lo que la pequeña Marta adolescente se compró entradas para las cinco representaciones de Jesucristo Superstar. ¿Qué pasa? Lo hice porque no siempre hacían los mismos los papeles principales y porque mi amiga Bárbara hacía de apóstol y me tenía enganchada a todo lo relacionado con el montaje. Al final terminé formando parte, en cierto modo, de todo aquello y supe que yo también quería hacerlo. Un año después, cuando me subí a las tablas por primera vez, me enganché al escenario de por vida. La sensación que tiene uno cuando baja el telón es lo más parecido a enamorarse que he experimentado. Te embarga una paz y una alegría incontrolables durante los siguientes días y entonces no puedes pensar en otra cosa más que en ello. Mi trayectoria como actriz de momento es corta e irregular: un protagonista y un secundario en el instituto, algunas escenas cortas, un corto haciendo de una Lady Macbeth prostituta, una obra interactiva escrita a dos manos con mi amigo Carlos Tuñón para la facultad y una adaptación también para la facul. ¡Ah! también algo de teatro loco de calle con una compañía de la que fui fundadora y siempre me sentiré orgullosa de decir que su nombre estuvo inspirado por mi afición beatlémana: IMAGINA TEATRO.

Capítulo 2. La música y Los Beatles

En casa siempre había una radio encendida, mi madre debe tener una en cada habitación. Así que creo que llevo escuchando música desde que nací. En algún momento que no consigo determinar pasé del Radiolé a los 40Principales y ya entonces grababa en cintas las canciones para poder jugar a que era locutora de radio... pero eso es de otro capítulo. Como ya he explicado antes yo me pegaba a los pantalones de todo chico o chica mayor con aires de bohemio o hippie que conociera. Además de los teatreros teníamos a los que escribían la revista del instituto, muy ácida y con un rollo underground que yo nunca he tenido pero que adoro. ¿Os he contado que me cortaba mucho con los bohemios? Si, verdad. Pues con Antonio, Alfonso Amo, David Calzado y compañía me pasaba que no encontraba temas de los que hablar con ellos pero quería conocerles mejor. La solución la encontré en el britpop, escuchando los 40 a diario era toda una experta y a ellos les molaba... Conseguí mi objetivo y Antonio me propuso escribir un artículo sobre John Lennon para la revista... ¡Yo sólo sabía de John Lennon que era de Los Beatles y que estaba muerto! Así que Antonio y la canción Lemon Tree de Fool's Garden son los culpables de mi beatlemanía. De las locuras que he hecho por Los Beatles mejor os hablo otro día... o escribo un libro que da para eso si sumo las que han hecho amigos míos.

Capítulo 3 (y último). La radio y el periodismo

Volvamos a 1995. Habíamos dejado a una joven Marta casi recién llegada a Sevilla pegada todo el día a un radiocasete de doble pletina. Escribía mis propias entradillas para las canciones, las presentaba y me fastidiaba cuando no las había podido grabar de la radio enteras. Como un par de años después descubrí que los 40Principales convocaban anualmente un concurso para nuevos locutores. Llamé muy ilusionada a la emisora y un amabilísimo Luis Rollán (que también había sido, casualidades de la vida, uno de esos bohemios de mi instituto) me explicó que no podía participar porque no alcanzaba la edad requerida. Hasta entonces había querido estudiar una ingeniería pero ese día tuve claro que iba a ser periodista y que ni la edad ni nada se volvería a interponer en mi camino.

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Los más observadores habrán notado que todas mis pasiones (hasta mi pareja, al que no meto en este ránking pero sabe que es lo que más me apasiona de la vida) nacen en la adolescencia. Y creo que es así para la mayoría de nosotros. Cuando tenemos catorce, quince años... nos atrevemos a soñar, a hacer las cosas desde el corazón y hasta las últimas consecuencias, queremos tocar la luna con las yemas de los dedos. Después, si no la regamos, esa pasión va muriendo como una flor que se marchita si no la atiendes a diario. Así que esos bohemios, hoy algunos amigos ya sea en la distancia o en el recuerdo, son los "culpables" de que siga siendo una apasionada de la música, Los Beatles y el teatro... y cuando por fin me gane la vida como periodista podré decir que lo conseguí en parte gracias a ellos. Bueno, a ellos y a una Marta adolescente a la que nunca he querido traicionar.

¡Feliz Jueves!


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La hipocresía en la polémica sobre Spotify

4/19/2011

Asisto alucinada durante los últimos días a una avalancha de críticas a la plataforma musical Spotify por los cambios anunciados en sus servicios "Free" y "Open" (ambos gratuitos). Conviene recordar que España era uno de esos países en los que la plataforma tenía un trato de favor con los usuarios al ser de los primeros en los que se implementó y nos concedía 20 horas de música al mes en lugar de las 10 habituales. Desde el primer momento la compañía advirtió que era una medida que duraría un tiempo, y me parece lógico porque es de justicia que usuarios de distintas zonas tengan los mismos servicios. Ahora, a partir del 1 de mayo, los usuarios de servicios gratuitos de Spotify tendrán 10 horas al mes y no podrán escuchar una canción más de 5 veces ese mes. Y las redes sociales han puesto el grito en el cielo, ¿por qué? No lo entiendo.

Hace ya tiempo que los internautas venimos exigiendo un cambio en el modelo empresarial de la cultura, pidiendo precios justos para consumirla. Spotify es un exponente de ese cambio, por 5€ al mes puedes escuchar toda la música de su catálogo sin restricciones. Por 10€ puedes además descargarte todas las listas de reproducción que quieras para escucharlas sin conexión y usar el programa en dispositivos móviles. Pues bien, todos los comentarios que leo van en la línea de "volvamos al emule", "habrá que volver a piratear"... Es decir, a ver si lo entiendo, ¿le voy a tener que dar la razón a los sabuesos de la SGAE que dicen que los usuarios sólo queremos el gratis total?. Flaco favor le hacemos a la causa de la cultura a un precio justo si no apoyamos las iniciativas que la hacen posible.

Es más, muy hipócritas están siendo quienes abanderaban la defensa de la libertad de expresión y criticaban la Ley Sinde si ahora defienden el gratis total cuando se les pone delante un modelo de distribución de la música asequible, justo. A lo mejor soy yo la que está equivocada, si es así me gustaría saber qué plantean los que critican la reducción de horas del servicio gratuito de Spotify. Porque quejarse es muy sencillo pero ¿buscar soluciones?, ¿estamos en este país acostumbrados a eso?. Creo que no, pese a que ingenio y creatividad nos sobra a raudales. ¡Ay, si los empleáramos en llevar a buen puerto esas soluciones y no a buscar nuevas maneras de quejarnos!.



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Living is easy with eyes closed...

4/15/2011

Un amigo muy querido dice que a veces preferiría no ser tan consciente del mundo que le rodea porque se sufre mucho menos cerrando los ojos... Bueno, ahora que lo pienso eso mismo decía John Lennon en Strawberry Fields Forever que, curiosamente, compuso en Almería... ¡Ay, que se me va el santo al cielo!. El caso es que mi madre dice que hasta cuando duermo tengo los ojos entreabiertos y nunca sé si eso es una bendición o todo lo contrario.

Y lo que veo es que vivimos en una sociedad paralizada, me miro a mí misma comportándome como un "quiero y no puedo". Imaginando, planeando... pero sin dar el salto a la acción. Veo a mi alrededor otras personas que simplemente se dejan llevar por la corriente, escucho lamentos y frustraciones a diario. Proliferan nuevas profesiones como el coaching, aumentan las visitas al psicólogo. ¿Qué cojones nos pasa? Probablemente estemos en la época con más posibilidades de la historia y no hacemos una mierda con ellas. Sócrates no tenía más que su cabeza y una plazuela llena de jovencitos. Nosotros tenemos el mundo en nuestras teclas. Mi madre tenía que ir a clases nocturnas para tener una mínima formación y yo pretendo sacarme una segunda carrera sin moverme de mi casa.

Otro amigo suele decirme que el problema está en la motivación, como lo tenemos todo tan fácil no sentimos la necesidad de esforzarnos por nada. Nunca he tenido la cualidad de disciplinarme a mí misma, de hecho me soborno con bastante facilidad. Así que me da miedo, no lo voy a negar, no saber si al final ganaré la batalla a la apatía globalizada.

Mmmm, ¿he dicho globalizada? ¿Qué mejor herramienta para controlar al pueblo que ponerle a su alcance tantas cosas que pierdan el interés por todas ellas?


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