Han matado a dos chavales, dos chavales de mi misma edad. Dos chicos que habían peleado por un sueño, entrar en la Guardia Civil, como yo lucho por el mío en la radio. Y cuando lo habían conseguido, sin tiempo aún para saborearlo... la sinrazón, la estupidez, la cobardía de los terroristas bajaba el telón de sus vidas. No es justo.Diego y Carlos no debían ser muy diferentes de mí, de Oni o de todos nuestros amigos. Seguramente planeaban un viaje para este verano con los colegas, o una fiesta de fin de año junto, o tenían miles de planes de futuro con sus parejas, o buscaban pareja con la que hacer esos planes. Pero decidieron dedicar su vida a proteger las nuestras sin imaginar que deberían pagar un precio tan alto.
¿Por qué han muerto? ¿Qué sentido ha tenido perder a Carlos y Diego? Esto tiene que terminar de una vez. ¿Por qué objetivo luchan los que siguen al terror? ¿Qué pretenden conseguir? Los ideales dejan de serlo cuando se manchan de sangre, se convierten en horror sin sentido. Quiero pensar que Diego y Carlos serán los últimos, que nadie más tendrá que sufrir el desgarro que viven hoy sus familias. Que un día mis hijos al oirme hablar de terrorismo lo verán como algo que suena a historia, a viejo y olvidado.
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