Mi Sevilla

1/21/2010



Dicen que no valoras lo que tienes hasta que lo pierdes. Yo a Sevilla la perdí muy chiquita, creo que no contaba ni un mes de vida cuando me la arrebataron. Realmente mamá vino expresamente a tenerme. Así que nací sevillana pero crecí en Barcelona y no miento cuando me confieso incapaz de elegir entre las dos. Mientras que la ciudad condal representa mi infancia y todas esas primeras veces que no se repiten, la hispalense fue durante mucho tiempo un sueño inalcanzable.

Sevilla eran mis abuelos, mis raíces, el sol y ¡las vacaciones!. Cuando era niña se llevaban mucho los juegos en los que tenías que hacer algo determinado y como premio se te cumpliría un deseo. Siempre pedía vivir en Sevilla. Mamá nos transmitió un amor profundo por la ciudad, ese amor que solo entenderán los que han tenido que dejar su tierra forzados por la circunstancia que sea. Donde más amor he visto a esta ciudad es fuera de ella. Como siempre que se desea algo con mucha fuerza, se termina por conseguir. Y aquí os escribo, desde mi piso en mi Sevilla. En el barrio de mis abuelos, ese de mis veraneos soñados en los que todo era perfecto y lo único que conocía de Sevilla hasta que vine a vivir. ¿Saben? Servidora pensaba que aquí no había edificios y todas las calles estaban pavimentadas con gravilla, como las de Juan XXIII. Pero aún sin conocerla la quería porque es algo que "mamé" desde la cuna.

No obstante, hoy se me han saltado un par de lagrimillas tontas al encontrar el video con el que arranca el post. Lo vi por primera vez en el 92, en casa de unos amigos de Barcelona. No olvidaré lo emocionante de aquel momento. Mi madre y nuestro amigo, también sevillano, apenas podían contener la emoción y trataban de no romper a llorar. Sevilla le cantaba al mundo con su Exposición Universal y ellos lo único que querían era volver a sentir, para siempre, el olor del azahar. Lo consiguieron y aquí, en su añorada tierra, encontraron la felicidad.


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3 comentarios:

Alberto Zeal dijo...

Vaya, Marta, nunca pensé que sintieras eso por nuestra tierra. Me hallo agradablemente sorprendido ^_^ Además, me siento muy identificado, pues, durante mi más tierna infancia, yo viví en Madrid, y Sevilla significaba para mí lo mismo que para tí. Eso sí, yo tuve la suerte de venirme mucho antes ;)

Sergio dijo...

Fue un gran día. El 20 de abril de 1992 probablemente fue uno de los días más felices de mi vida, aún no superado por NADA.

Besos.

Sara dijo...

Cada vez me gusta más sevilla. Menos mal que yo me he dado cuenta antes de tener que irme :)

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