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Mi sobrino Daniel

5/02/2015


Carreras, llantos, preocupación, miedo, emoción,... Ver a tu hermana pequeña en esa camilla pasar unas horas malas y desear con todas tus fuerzas ser tú la que sufra, ahorrarle ese trago. Un extraño instinto protector hace que no quieras que le roce ni el aire, echar de esa habitación a todo el que no sea su novio o tu madre. La ves desprotegida como nunca la has visto a lo largo de toda una vida compartida. En ese momento lo único que quieres es que pase todo ya, que ella esté bien. Y, entonces ya si, conocer a tu sobrino. Pero mientras que tu hermana está en esa habitación, dilatando, esperando, con contracciones... Durante esas horas no hay ilusión ni alegría que valga, te comerías con patatas a todo el que sea capaz de sonreír mientras tu hermana pequeña pasa un mal rato. Mientras la escuchas, al final de ese maldito pasillo, resoplar o soltar algún quejido. Que si, que luego lo piensas y nunca es malo que la gente sonría o se ilusione. Lo piensas cuando es tu hermana la que ya sonríe y está loca de contenta con su hijo en brazos. Antes de eso no te permites rebajar la tensión hasta que el médico salga y diga las palabras mágicas: Ella está bien, y el niño también. 

De las tres hermanas pequeñas que tengo, ya he visto pasar por eso a dos de ellas. Y si, como diría nuestra madre para mí serán pequeñas siempre. Quien sea hermano mayor me entenderá. La segunda vez piensas que vas más preparada que la primera, que ya sabes de qué va la historia. Pero te engañas, las emociones son las mismas y con la misma intensidad. Y, entonces, después de la interminable espera sale tu hermana del paritorio para hacer el paseillo torero en camilla (cosa que se deberían replantear familiar y hospitales, porque es la cosa menos íntima del mundo para un momento que debería serlo). El caso es que cuando la ves sonreír se acabó el miedo, la preocupación y la angustia. Todo eso da paso al modo codazos y cabezazos para hacerte sitio entre los presentes, que ella te vea y sobretodo ¡verle la carita al recién llegado!.

Cinco años de "tita Marta"

12/18/2014

Queridos sobrinos:

Literalmente parece que fue ayer. Cuando desde este mismo blog hablaba contigo, Jesús, para agradecerte que me hubieras hecho caso naciendo un día 18. Lo más lejos posible de la navidad y permitiendo a tu tía Marta disfrutar de tí antes de emprender un viaje a Londres que cambiaría muchas cosas. 

El día de vuestros nacimientos fue muy parecido pero muy distinto a la vez. A los dos os costó salir. Concretamente más de 30 horas. Y en los dos casos era una de mis hermanas pequeñas la que estaba metida en un hospital... Vosotros que sois los primeros, si tenéis algún día hermanos entenderéis lo que quiero decir. Hubiera preferido pasar yo las dos veces por eso. Y al final el alivio, la magia de ver que ellas estaban bien. Entonces llegaba el momento de conoceros. Sin duda los dos mejores momentos de lo que llevo de vida. Los dos erais tan perfectos, y teníais vuestro carácter muy marcado apenas con pocas horas de vida.

Vivir es fácil con los ojos cerrados camino al Óscar

9/25/2014

Los buenos momentos los revives en la memoria una y otra vez, una y otra vez. Como el día en que conocí a Juan Carrión, el más inquieto y más veterano de los "alumnos" de aquel curso "The Beatles: Su música y su tiempo". El más risueño, el que más preguntaba y más apuntaba. Recuerdo como si me lo estuviera contando hoy cada detalle de su odisea hasta que se entrevistó con John Lennon. Es más, a veces parece que lo hubiera vivido yo.
Tampoco saco de mi memoria lo nerviosa que estaba el día que, junto con Marina, pude ver en el cine Vivir es fácil con los ojos cerrados. Desde el primer momento tuve claro que esta película era una joya del cine. No por fanatismo ni por cariño a Juan, sino porque supieron sacar la magia del profesor y plasmarla en la pantalla. Porque como película está bien contada y es tan mágica como el hombre que la inspira.
El mundo merece conocer esta bonita historia que termina con el cuaderno de letras de Juan repleto de notas y correcciones con rotuladores de colores hechas por Lennon. Con esa promesa de visitar su escuela y con una aportación del profesor a la historia de la música: La inclusión de las letras de las canciones en la contraportada.
Y todo comenzó cuando un joven periodista almeriense, Adolfo Iglesias, decidió investigar la conexión de Almería con Lennon. Descubrió Santa Isabel, la casa en la que vivió, descubrió que el beatle sin lugar a dudas compuso Strawberry Fields Forever en la bañera de aquella casa y rescató del olvido (entre otras) la historia de Juan.
¿Y si todo este camino termina con Juan volando a la gala de los Óscar? ¿Os imagináis que el mundo entero conoce la historia de Juan Carrión? 


La Estación de Córdoba

9/24/2014

Aquella maravillosa Estación de Córdoba, que me trajo y me llevó tantas ilusiones, tantos sueños, tantas historias, tanta vida, tantos momentos... Tantas veces. 

Esa estación que me enseñaba una Sevilla bajita, de casas, sin puentes... casi de pueblo. Una Sevilla de sueño, de "chinas" en el zapato, de refugio, de cariño en la distancia, casi de salvación. De una infancia confiada y ajena a muchas cosas, aún tardaría mucho en descubrir que la ciudad se extendía más allá de Juan XXIII. Pero por entonces me bastaban las veladas de patio y los amaneceres de rocío sobre los árboles del jardín más bonito del mundo.

Me quitaron la Estación de Córdoba y con ella la ingenuidad, la niñez.

Imagen encontrada en 'El Ferrocarril en Andalucía'

Diez años

3/11/2014



El 11 de marzo de 2004, al igual que yo, en Madrid se levantaron muchas personas sin tener ni idea de que ese sería su último amanecer. En mi caso lo primero que recuerdo es que había quedado a las dos de la tarde con algunas compañeras de trabajo en una cafetería frente a la facultad de económicas de Sevilla. El local estaba de bote en bote, no cabía ni un alma pero cuando entré todo el mundo estaba en silencio. Un silencio sobrecogedor, que asustaba. Ya había escuchado conversaciones en el autobús, algo de un atentado y en la cara de la gente se leía preocupación. 

Me abrí paso hasta la barra de la cafetería y descubrí el foco de atención, la televisión. A partir de ese momento no pude apartar la vista del aparato, no me podía creer las imágenes que estaba viendo. A cada minuto hablaban de más víctimas, llamaban más testigos, la desesperación y la incertidumbre aumentaban. No he vuelto a vivir silencios tan intensos como los de aquel 11 de marzo. 

No recuerdo cuánto tiempo pasó hasta que reaccioné. Por entonces no tenía redes sociales, no existía el whatsapp ni por supuesto teníamos internet en el móvil. Pero a través de internet (foros, chats...) tenía muchos amigos y conocidos en Madrid. Sobretodo relacionados con el mundo beatlémano. De buenas a primeras salí a la calle, agarré el móvil y comencé a llamarles a todos. En un acto casi instintivo, realmente nunca supe por qué porque con algunos ni siquiera hablaba a diario. Uno de mis amigos, cuyo nombre no daré porque nunca le he preguntado si lo puedo contar, cogió justo el tren que venía detrás de uno de los siniestrados. De hecho al aproximarse a Atocha se tuvieron que bajar y pasar por la zona cero andando. Nunca hemos vuelto a hablar del tema pero su relato era casi el de alguien en estado de shock, con muchos "¿y si?".

La mayoría de la gente a la que llamé no cogían el teléfono, las líneas estarían aún seguramente colapsadas. En las siguientes horas, eso si, comprobé que estaban todos bien. Poco a poco el grupo de compañeras empezamos a andar hacia el trabajo. Por entonces era teleoperadora, de ésas que te llaman de tu operadora para ofrecerte productos nuevos o de otras compañías para que te cambies. Entrábamos, creo, como a las 4 de la tarde. Pero ninguna tenía cuerpo para coger el teléfono y llamar. Lo único que nos nacía era llorar una vez sentadas delante del ordenador y el teléfono.


Ese día y el siguiente, oh sorpresa, nos tocaba llamar a Madrid. Y ahí nos plantamos. Intentamos llamar una vez, dos,... pero con miedo de que alguien nos dijera que cómo se nos ocurría llamarles en un día así o que estaban buscando a un familiar. Empezaron a llegar a nuestros móviles mensajes convocándonos a una manifestación. Pedimos a nuestros jefes recuperar las horas de esas jornadas durante los días siguientes, no podíamos llamar, queríamos estar en esa manifestación con el resto de España. Era impensable estar en otro sitio. Encontramos menos resistencia a la idea de la que cabría esperar. No es una buena imagen comercial llamar a los clientes para venderles algo el día del mayor atentado de la historia de Europa y durante las manifestaciones no habría a quien llamar.

A la hora de la manifestación ni una compañera se quedó en su casa, incluso las coordinadoras nos acompañaron. Nos dirigíamos a la estación de tren de Santa Justa en silencio y a cada segundo más emocionadas porque éramos cientos las personas que hacíamos el mismo camino sin mediar palabra. Una vez que llegamos a la manifestación estuvimos horas paradas porque cuando la cabecera finalizó el recorrido quedaban miles de personas que no pudimos ni llegar a salir. 

Volvimos a casa en autobús y era impresionante ver cómo ya todos los vehículos públicos lucían crespones negros. La gente seguía sin hablar, creo que el país entero estuvo en shock dos días más o menos. 

Las televisiones ponían las mismas imágenes una y otra vez, casi sin decir nada nuevo, pero no podíamos dejar de verlo. Como si quisiéramos estar cercanos de alguna manera con todos los que estaban sufriendo la tragedia. Esta nueva estrategia televisiva que se usó por primera vez aquel día se ha repetido, desgraciadamente, en acontecimientos como los accidentes de Spanair y del tren de Santiago o el fallecimiento de Rocío Jurado, retransmitido casi a tiempo real desde las inmediaciones del domicilio de la cantante. 

Unos días después de la boda real, celebrada el 22 de mayo, llegué a Madrid. Y casi recién llegada me monté en un cercanías. Había un miembro de protección civil a cada lado de cada puerta, recorrían los vagones y cuando pasaban los pasajeros quedaban inmediatamente en silencio. La mayoría agachaban la cabeza y algunos incluso lloraban. Habían pasado más de dos meses pero era como si el tiempo no hubiera pasado. Llegué a Atocha y aquello parecía más que una estación un campo sembrado de dolor, rabia, tristeza e indignación. Flores, mensajes, fotografías, dibujos... allá donde miraras te volvían a la mente aquellas imágenes del 11 de marzo. 

Han pasado diez  años y no solo no se han cerrado todas las heridas sino que algunas se abrieron e infectaron con el paso de los días. Ni una palabra me merece el papel indigno que representó la clase política española en aquellos momentos. Ninguno, en mayor o menor medida, estuvo a la altura de lo que merecían los ciudadanos de Madrid y las víctimas de la tragedia. 

ELLOS, las víctimas mortales, las 191 personas que murieron en el atentado y el agente que falleció en el piso de Leganés. Junto con todos los supervivientes de aquel horror y las familias de unos y de otros son los protagonistas de cada homenaje y recuerdo, de los pensamientos de todos los españoles en días como hoy. 

Haciendo el indio

9/21/2013

Llevaba un tiempo dándole vueltas al futuro de "este blog personal que nunca tendrá éxito de audiencia" pero que es un pedacito de mi vida. El primer impulso fue dejarlo morir en la inmensidad de la red de redes, lo creí necesario para que mi marca personal ganara en profesionalidad y seriedad. Crearía otro blog en el que crear contenido sobre cómo hacer un plan de social media, gestionar crisis,... pero nada de idas de olla o hablar de mi proceso de evolución personal. Mantuve esa idea en la cabeza meses, de hecho aún a veces pienso que es lo más sensato. 

Hasta que allá por julio tuve un parón laboral, de hecho era la primera vez desde los 16 años que no tenía ningún tipo de ingreso propio. Rápidamente me puse a echar currículums de lo que fuera, a buscar ofertas de trabajo hasta debajo de las piedras. En vista de que iría para largo decidí centrar mis esfuerzos en el proyecto de programa de radio que teníamos rondando la cabeza Lara Monrosi, Nacho Tudela y servidora hacía  tiempo. De paso me haría una web chula para darme visibilidad como freelance del social media, mi otra pasión periodística y lo que me lleva dando de comer los dos últimos años. Me puse manos a la obra pero, como ya me había pasado antes, empecé a tener bloqueos emocionales. Admiro profundamente a quien es capaz de trabajar desde casa porque yo me sentí poco más que una parada con aspiraciones que ya con 31 años jamás iba a hacer nada de provecho. ¡Qué jodido es cuando nosotros mismos nos boicoteamos! 

Así que decidí invertir en cambiar de chip, sobretodo porque me crucé en mi muro de Facebook con esto:


Conocí WorkINCompany trabajando para una red social hace más de un año y desde entonces había querido probar la experiencia del coworking. Así que, como digo, aunque eran momentos apretados económicamente hice una inversión en mi futuro. Aunque lo que voy a decir ahora suene a anuncio de teletienda es cierto, en una semana mi horizonte profesional había cambiado. 

Por un lado, un providencial encuentro casual propició que La Primera en la Frente (el programa de radio en el que estaba trabajando) vaya a estar en las ondas dentro de muy poquito. Además, de la mano de una profesional a la que admiro y que me ha inspirado en la forma de trabajar durante los últimos meses. De momento no puedo contar más y, aparte, soy supersticiosa para esas cosas y no quiero gafarlo. 

Y, por otro lado, la decisión de trasladar mi oficina de trabajo a la calle Rioja 13 supuso el germen de lo que hoy casi puedo llamar "empresa": Nativo Social. Sin extenderme mucho diré que recuerdo perfectamente el día que conocí a mi compañero de fatigas en este proyecto, Jaime Aranda y a Alberto Pérez Sola. Ambos están detrás de workINcompany, un espacio por el que llevan luchando como jabatos hace ya dos años. Porque creen en lo que hacen pese a las dificultades que siempre se tienen cuando se empieza algo que es tan nuevo, que nadie más hace. Eso ya me encantó pero Jaime me llamó especialmente la atención. Se interesó por la empresa en la que yo entonces trabajaba, por mi trayectoria profesional... Era como un niño intentando destripar el muñeco para ver cómo funciona por dentro, qué piezas forman el engranaje y así poder entenderlo. Luego descubrí que es así con todo, lo que supone una ventaja al a hora de trabajar porque yo también funciono a través de la comprensión de procesos lógicos. Somos "mu" raros, básicamente. 

Total, que a la semana de estar en el coworking nos sentamos a hablar y a partir de entonces nos sentamos mucho, a hablar, a trabajar y a hacer el indio. Porque, señores míos, nadie sabe la liberación personal y profesional que siento cada vez que digo "yo no trabajo, hago el indio, por eso somos nativos sociales". Y hago el indio por el mismo motivo que mi amiga e inspiración Maite González Noguer ha llamado COOL a su proyecto, porque estoy un poco loca.

Loca por hablar de trabajo a todas horas, loca porque me apasiona lo que hago, loca porque creo que lo que cada uno hagamos particularmente contribuye a configurar el entorno en el que vivimos y que si hacemos las cosas de manera diferente podremos tener un mundo mejor. Y, por qué no decirlo, loca porque lo primero que se nos ocurrió a Jaime y a mi cuando tuvimos claro el nombre de la empresa es vestirnos de indios. 

Con penachos de plumas nos plantamos en la Campus Party Europe de Londres y sobretodo Jaime captó la atención de todos los campuseros con su precioso penacho gris. Como estamos locos por lo que hacemos decidimos plantarnos en las oficinas de Hootsuite y en el Google Campus (luego descubrimos que había por la zona varias startups molonas que hubiéramos querido "colonizar como Social Bro, pero para la próxima). Para completar la "familia" nativa vino a vernos viajando de mano en mano Stabri, el muñeco viajero más famoso de las redes sociales. Es la mejor puesta de largo que se pueda imaginar y encima ¡me lo pasé tan bien!. 


En definitiva, llevo muchos años andando un camino de evolución y conocimiento personal muy duro pero apasionante. Llegué a conocerme bastante bien y entonces comencé el proceso de dejar de caerme mal, dejé de avergonzarme de quien realmente soy y de intentar mostrar una cara que yo consideraba si no perfecta, al menos, la mejor. 

Ya no quiero abandonar este blog porque es, en buena medida, mi marca personal. La parte de lo que soy y pienso que quiero compartir. Ya hemos empezado las rondas de conversaciones con potenciales clientes, que ha sido el motivo de que haya reflexionado sobre todo esto. Porque lo mejor que puedo contarles de nuestro trabajo a las empresas y particulares que nos contacten es lo mismo que cuento en este post: que nos vamos a apasionar con su proyecto, que vamos a buscarle hasta la última vuelta de tuerca a todo para sacar el mayor jugo y que estamos locos por lo que hacemos. Como llevo un tiempo diciendo, no me gusta nada definirme sino que prefiero que los demás me definan por lo que hago. 

Pero, como todo en la vida, nada de lo que ha pasado hubiera sido posible sin buena gente alrededor, por eso quiero dar las gracias a los que yo llamo el "grupo de apoyo nativo": A Nono por ser mi guía espiritual, a Iván por recordarme que no pasa nada por expresar cariño a los demás, a Lucía y Jorge porque son el mejor soporte como "nativos consortes", a Juanma por pensar siempre en mi y regalarme "El lechero en bicicleta", a José Manuel Ríos porque aunque no lo sabe ha inspirado parte de mi concepto del proyecto, a Patricia y Gabi por tantas cosas que necesitaría otro post entero para enumerarlas, a Alberto por apuntar en mi cuenta los bocatas de 10/10 y porque siempre que voy a WIC me hace sentir que me ha echado de menos, a Maite González Noguer por inspirar mi teoría de los superpoderes (y, en realidad, también debo agradecerles a tres de sus hermanos que me hayan inspirado), a todos los integrantes de Campabase por ponerme en el buen camino y hacerme un hueco en su mundo, al resto de coworkers de WIC por apoyarnos, a Belén y Sara por creer en mi más que yo misma, a Teresa por ser un ejemplo. Y a todos los que por redes sociales o en persona me dais aliento, a mi y a Nativo Social. Me dejo muchos muchos nombres. Pero tengo que terminar agradeciendo a mi familia por apoyarme aunque a veces no me entiendan y a mis amigos porque estén citados aquí o no, estén cerca o lejos de mi vida siempre me inspiran. Y, lo más importante, a mis sobrinos a los que sueño con dejar un mundo un poquito mejor. 

Living is easy with eyes closed..

8/07/2013

Vivir es fácil con los ojos cerrados es la nueva película de David Trueba, basada en una preciosa anécdota que conté ayer precisamente en la radio. En 1966 un profesor de Cartagena, Juan Carrión, decidió ir a Almería a conocer a John Lennon. Pero no en plan fan, no. Resulta que Juan enseñaba a sus alumnos inglés con las canciones de Los Beatles y como, por entonces, no se publicaban en los discos las letras de las canciones, tenía algunas dudas en palabras concretas. 

[Extraída del blog http://sublimomiscarencias.blogspot.com.es/]

Le llevó a John sus anotaciones para que las revisara, cosa que hizo y Juan de hecho conserva las correcciones del beatle en rojo sobre sus escritos. Lennon alucinó tanto con la increíble personalidad de Juan que cuando Los Beatles sacaron su siguiente disco, Sgt Pepper's Lonely Hearts Club Band, publicaron por primera vez las letras de las canciones en la contraportada. Y, claro, Lennon envió una copia a Juan personalmente.



Conocer a Juan fue un regalo de la vida. Estuvimos juntos en el Curso de Verano Los Beatles: Su música y su tiempo en 2006 donde pudimos hablar de lo divino y lo humano. Juan tomaba notas de todas las intervenciones del curso, era el más aplicado, el que mejores preguntas hacía y el que más marcha tenía al acabar las jornadas. Entonces contaba 82 años y, por lo que he oído, a día de hoy sigue igual. En Santa Isabel, la casa en la que John compuso Strawberry Fields Forever (canción que da nombre, por cierto, a este blog), Juan decía que se podía sentir la presencia de su tocayo John. Sobretodo en su habitación y en aquella bañera en la que, según las investigaciones del periodista Adolfo Iglesias, creó una de las canciones más hermosas de la historia del pop.


Por suerte existe constancia audiovisual de aquella aventura y me gustaría compartirla con todos vosotros. Se trata de un reportaje en el que participé, del programa Tesis de Canal 2 Andalucía. Están todos los buenos momentos de aquella experiencia: la rueda de prensa de Cynthia Lennon, risas en el desierto de Tabernas y música beatle.

Como EMI únicamente permite su visionado en Youtube, para verlo tenéis que pulsar en la siguiente imagen:




Arenas de libertad

7/31/2013

¿Cuánto puede hacer? ¿Diez años? Lo recuerdo como si fuera ayer. Acabábamos de salir de una prueba de sonido en Boss y teníamos que hacer tiempo hasta la hora del concierto. Yo tendría, no sé, unos veintitrés años. Ahora me recuerdo casi como una quinceañera, fascinada por el mundo en el que vivía. Echando un paseo llegamos hasta el cine y, no sé por qué, entramos a ver Habana Blues. 

Hoy, otra vez de casualidad, me he encontrado con la extraordinaria banda sonora de esa película y a mi mente han acudido mil recuerdos: un puñado de viajes en furgoneta, la sensación de libertad y de que tienes el mejor trabajo del mundo, la marca que te dejaba gente de aquí y de allí, los primeros cubatas, y la certeza de que a tu regreso esa persona especial te estará esperando sea el día que sea a la hora que sea.

Olvido rápidamente el argumento de la mayoría de películas que veo pero Habana Blues la recuerdo perfectamente. Y eso que estaba avergonzadísima, me quería morir de corte en la butaca (como me pasa siempre que estoy con alguien a quien respeto y admiro). Va sobre elegir entre lo que eres y lo que debes ser, entre lo que quieres y debes querer. Ayer Nacho Terceño contaba en la radio un precioso cuento en el que la protagonista olvidaba que tenía alas para luego, de pronto, recuperarlas. Todos tenemos, lo creamos o no, la libertad de hacer lo que queramos con nuestra vida.

Por ejemplo, coge aire y grita lo más fuerte que te permitan tus pulmones. Da igual si estás en una biblioteca, en tu casa a las 2 de la madrugada o en la sala de espera del médico. Simplemente grita y luego vuelve a actuar con normalidad. ¿Ves? El cielo no se ha abierto en dos y ha llegado el apocalipsis porque hayas gritado.

En fin, si pasas de mis reflexiones profundas por lo menos escucha una de las mejores bandas sonoras que se haya compuesto para una película. Y si, uno de los protas sale en Aquí no hay quien viva.




Buenas noches y buena suerte.

Aquí está mi Andalucía

1/26/2013


"Y tu, ¿de dónde eres?" Es la inevitable pregunta que tarde o temprano siempre sale cuando conozco a alguien. "¿Yo? De Sevilla. Pero me crié en Barcelona" contesto casi por instinto. Soy consciente de que no necesito dar tantas explicaciones a un completo desconocido pero es que es lo que soy, medio de aquí y medio de allí. 

Mi madre vino a Sevilla a ser madre por primera vez, casi como en un empeño de que no se perdiera la sangre andaluza en su familia. Si, nací en el hospital Virgen del Rocío y con las mismas volvimos a Barcelona al poco tiempo (días, semanas, realmente nunca lo he preguntado). Así que las primeras palabras que aprendí a leer estaban escritas en dos idiomas, sabía decir antes "blau" que "azul" en la guardería y esa herencia me marca aún hoy. En mi casa se respiró siempre "sevillanía", un profundo andalucismo. A todas horas del día sonaba la voz de Justo Molinero y las canciones de Radio TeleTaxi: Cantores de Hispalis, Isabel Pantoja, Rocío Jurado... Justo hablaba mucho de Andalucía, casi cada día lanzaba un mensaje lleno de nostalgia para los miles de emigrantes andaluces que vivíamos en Barcelona. Gracias a el y a las canciones empecé a escuchar hablar  de sitios como Triana, la calle Oriente, la Giralda, la Torre del Oro o el Albaicín. Tenía una imagen casi mitológica de todos esos lugares  que cantaban los grupos de sevillanas. Luego cuando venía de vacaciones Sevilla me parecía un paraíso. Mis abuelos, que no nos veían en todo el año, siempre nos tenían la casa llena de juguetes. Todo el mundo era cariñoso y agradable en Sevilla, se nos acercaba e interesaba por nosotras "las nietas catalanas de Lola y Carmelo. Yo no entendía muy bien algunas cosas: ¿Cómo podía ser todo el mundo simpático? ¿De dónde se sacaban palabras tan graciosas como "zarcillo", "chorla" o "albero"? ¿Por qué no tenían apenas edificios sino casas? ¿Eso no es desperdiciar mucho espacio de la ciudad? (por entonces no existía la Torre Pelli). Eso si, ni rastro de los sitios mágicos esos llamados Triana o los azahares que mencionaban en las canciones. 

Deseaba con todas mis fuerzas venirme a vivir a Sevilla... Hasta que me vine. A ver, entiéndanme. No cambiaría vivir toda mi vida aquí por nada en el mundo. Por calidad de vida, por el sol, por el entorno, por la carestía de la vida y por tener cerca a mi familia. Pero ¡hecho tanto de menos Barcelona! Me crié en el barrio obrero de la Verneda, en el corazón de una metrópolis. Compartí toda mi infancia con los mismos 19 niños y, en teoría, íbamos a seguir en contacto otros cuantos años más entre institutos y la época universitaria. Me encantaba ir el día de Sant Jordi a las Ramblas con mi madre y mis hermanas simplemente a ver el ambiente, ¡y que me regalaran un libro en vez de una rosa!. O coger las cosas de la playa y llegar andando por Prim. O la semana de carnavales, en la que cada día ibas al colegio de una manera más estrambótica para terminar comiendo coca mientras se quema el Carnestoltes. La Sagrada Familia, el carácter de la gente, el metro, los cruasans, los panellets... Hasta hecho de menos el que algún día mis hijos hubieran podido ir al mismo colegio que yo, el Ramón Menéndez Pidal. 

De Sevilla ahora adoro muchas cosas, amo vivir en Rochelambert, la Alameda, la Catedral en la que me casé, los movimientos culturales y sociales, mis amigos... Pero otras sigo sin entenderlas, las mismas preguntas que me hacía con nueve años cada vez que me bajaba del tren en la Estación de Córdoba cada verano. Descubrí que no todo el mundo es simpático, pero se esfuerza por parecerlo. Una de las máximas de nuestro carácter es el ser "bien quedao", aunque no soportes la presencia de la otra persona. Ese arte del disimulo y de leer entre líneas nunca lo terminaré de aprender. Me consuela que ni siquiera muchos sevillanos terminan de entenderlo. Y reconozco que ni sé tratar con gente que utiliza la fina hipocresía ni quiero. Tampoco entiendo ese cierto complejo servilista que sigue instalado en la mente de muchos andaluces. Tenemos un potencial humano y cultural envidiable en cualquier parte del mundo pero nos resignamos a lo que los "señoritos" políticos y de rancio abolengo dispongan. Nos conformamos con ser campeones en número de parados y somos expertos en criticarnos a nosotros mismos. Permitimos que de Despeñaperros para arriba piensen que únicamente nos interesan el Sevilla y el Betis, las ferias y romerías, los toros, el subsidio agrario y la Cruzcampo. 

No nos vendría nada mal imitar ese orgullo catalán y esa mentalidad de que a base de trabajo y de querer a nuestra tierra se puede decir ¡basta! y prosperar. Si desde fuera no nos van a ayudar tendremos que empezar a hacerlo nosotros mismos y somos muchos los andaluces que estamos por la labor. Salgamos de la endogamia de "como en mi Andalucía en ningún sitio" o terminaremos siendo de esos emigrantes que escuchan nostálgicamente música de su tierra en cualquier otra parte del mundo porque de quedarse no tendrían ni para comer. 

Necesito volver una vez al año, como poco, a mi Barcelona para coger aliento y ver las cosas con perspectiva. Pero no os he explicado aún por qué sigo viviendo en Sevilla (aparte de porque tengo una hipoteca). Sencillo, porque pienso que aquí hacen falta muchas manos, muchas voces que le repitan a los sevillanos que si podemos, que si valemos y que vivimos en una ciudad que una vez fue capital del mundo conocido. Somos mucho más que imágenes de Semana Santa, toros y Feria. Pertenecemos a una cultura milenaria que de una vez por todas debe sacar pecho. Estoy muy orgullosa de haberme criado en Cataluña, llevo con honra decir que soy bilingüe y mi segundo idioma es el catalán. Enseñaré a mis hijos el idioma y la cultura catalanas y a que estén orgullosos de vivir en Sevilla. Porque tanto aquí como en Barcelona está mi Andalucía. 

The boxing bride

8/30/2012

Si, en seis semanas y dos días cambiaré de estado civil. ¡Me caso! Y siempre tuve muchas ideas preconcebidas de cómo era organizar una boda, como sería yo el día que me casara, mi relación, mi familia... ¡Qué inocente era! 

Debo contar, para empezar, que yo nunca quise casarme... Hasta hace unos años. De muy jovencita era lo que ahora se conoce como perroflauta y me veía con 30 años viviendo en una comuna hippie o dando la vuelta al mundo en una autocaravana. Las experiencias matrimoniales a mi alrededor no eran ejemplos inspiradores, así que decidí que si eso de estar casado salía mal, ¿para qué hacerlo? 

Pero fue Oni y apareció en mi vida. Con el paso de los días, meses y años me di cuenta de que no quería pasar ni un instante de mi vida alejada de el. En trece años de relación pasan muchas cosas, hay crisis, buenos momentos, malos recuerdos. De todo, vaya. Llegó un momento en el que mi cuerpo y mi mente me pedían ir un poco más allá, celebrar que nuestro amor había podido con todo y que seguiríamos juntos para siempre. Y ya la teníamos liada porque por primera vez empecé a ilusionarme con la idea de una boda. Para colmo a Oni se le ocurrió la brillante idea de proponérmelo y desde entonces hasta ahora ha pasado un año más rápido que un suspiro. 

Nuestro último año de solteros ha sido una montaña rusa. Todo el mundo cree saber cómo lo vives y, de hecho, te dice que para qué te casas si nada va a cambiar. ¡No saben cómo se equivocan!. Desde el momento en que pasamos de ser "novios" a estar "prometidos" todo se revolucionó. Afloraron miedos, dudas y pasiones a los que no nos enfrentamos antes porque "había mucho tiempo por delante". A mi, en ese momento, me daba pena no estar disfrutando de éstos meses previos con tanta comedura de coco. Ahora entiendo que necesitábamos darle a la pareja la vuelta como un calcetín, renovarnos y depurarnos. Eso nos ha unido yo creo que como nunca. 

Y así hemos llegado hasta agosto de 2012, el mes en que más nervios estoy pasando de toda mi vida. Todo a nuestro alrededor parece haberse vuelto una locura. Las personas que nos quieren están emocionadas con la boda y, a veces, casi más nerviosos que nosotros. Hasta el novio está atacado. Pero, como servidora tiene el carácter fuerte que tiene, todo el mundo justifica sus nervios con que yo se los contagio. Y no, porque me habré vuelto egoísta que no suelto ni un poquito de tensión. La gente, otra vez en su eterna sabiduría, me dice "¿por qué te pones nerviosa?" o "tómate las cosas de otra manera". No entienden que si pudiera hacerlo, lo haría. Pero no puedo. Temblé como una niña asustada la noche antes de encargar mi vestido de novia y ahora me despierto sobresaltada en medio de la noche sin motivo. O alcanzo niveles muy altos de ansiedad cuando simplemente estoy andando por la calle. A una futura novia (o bride, en inglés, una palabra que adoro) no se la debe tratar de entender, únicamente puedes consolarla, distraerla o ayudarla a terminar sus cositas. En ese aspecto soy la mujer más afortunada del mundo porque la red de redes puso en mi camino a un grupo de haditas que nunca me abandonan. La cuenta atrás ha comenzado y yo ya me he puesto los guantes para sortear, a puñetazos si hace falta, los días que me separan del altar. ¿Me acompañas? 


You know my name (Look at the number)

1/09/2012

Es curioso como con el paso de los años olvidas muchas cosas pero hay momentos, instantes, cápsulas de memoria que quedan intactas. Con ellas construyes tu biografía que, por estar basada en recuerdos aleatorios, es parcial e inexacta. De mis primeros años de vida, por ejemplo, tengo recuerdos espaciados a lo biopic. Con cuatro años tuve mi primer mote. Acababa de empezar en el colegio y no entendía por qué los otros niños lloraban al entrar por las mañanas, tampoco me hacían gracia colorear ni las otras niñas. Así que imagínenme con lo "tiquismiquis" que yo era, que odiaba mancharme, jugando con los niños de clase. Me tomaban el pelo constantemente y, una vez, jugando a golpearnos unos contra otros me hice un arañazo en la cabeza. En un alarde de original preescolar mi primer mote fue "cabeza de sangre", por primera y última vez los chicos corrían al verme y yo tenía que pillarlos... nunca me ha gustado correr, por lo que el juego podía durar horas. 

Lo que si me fascina son los motes, supongo que porque los que me han puesto a mi siempre han sido una mierda. Al menos de los que tengo constancia. Demasiado obvios o sin carisma. El nivel de motes en el colegio no mejoró con "martirio" o "marta tiene un marcapasos" (largo hasta como título de canción, imaginen su complicación como mote). Lo malo de los motes es precisamente que no te enteras de los más ingeniosos. Yo estoy en contra de eso, porque mientras se hagan desde el respeto los motes son una gran ayuda para recordar de una manera divertida a la gente. En compensación de mis patéticos motes he ido adquiriendo con el tiempo una extraña habilidad de esas inservibles que homenajean Robert Rodriguez y Rose McGowan en Planet Terror: poner apodos. El principal damnificado por esa extraña pasión es mi chico, Oni. Pero ¡es que me las pone a huevo! Últimamente le toca ser el Grinch por méritos propios. 

Otra cosa que pasa con los motes es que te sientes orgulloso cuando se extienden. Cuando escuchas a alguien usar tu invención... eso no tiene precio. Normalmente intento buscar un apodo amable, que resalte una cualidad graciosa o particular de la persona como uno que se convirtió en especialmente popular en mi anterior trabajo fue "el camisetas" (de hecho tengo a ese chico en el móvil así y no recuerdo cómo se llama). Se le quedó el mote porque sus camisetas eran únicas, con un mensaje distinto para su estado de ánimo del día. Otro con cierta fama en mi época de teleoperadora fue "el cejitas" a un chico que las tenía especialmente bien puestas, incluso parecían depiladas. Leches, tampoco recuerdo como se llamaba... Ese es el peligro de los motes.

En definitiva, ¡pongan motes!. ¿Qué puede existir más entrañable que un mote cariñoso? Anímese, pero con una prohibición: NUNCA se ponga un mote a usted mismo. Eso es la muerte del mote, el anti-mote. Porque la función de los apodos siempre es que reflejen cómo los demás nos ven desde fuera y eso, a menos que te saques un ojo y lo sujetes con una mano... es complicado, ¿no? Además, ¿y lo que se aprende así sobre uno mismo? Pues eso. 

PD: Ala, el tocho que he soltado y todo porque ayer vi a mi amiga la "Cabbage Patch kid". 

You saved my soul

9/13/2011

Siempre llevo encima un cuaderno en el que debería escribir las ideas que se me ocurren cuando se me ocurren. Esta mañana, yendo hacia una reunión, empecé mentalmente a escribir una entrada para este blog cojonuda. Las palabras salían solas, todo fluía. Era una estupenda reflexión sobre los 30 años que acabo de cumplir, sobre que ahora es el momento de ir a por lo que quiero en esta vida y dejarme de tonterías... Palabras que se llevó el viento mañanero de Los Remedios.

Ahí quedó la cosa hasta que hace un rato, cansada de estudiar, me puse a buscar versiones raras de Los Beatles en Youtube. Y ahí estaba, el recuerdo nítido del año en que cumplí 20, hace justo una década. Todo resumido en una frase, el título de una canción: You saved my soul, (tú salvaste mi alma).  Esta es su historia:



Era finales del 2001 y yo, a mis recién cumplidos veinte, asistía a uno de los tres conciertos semanales que Los Escarabajos daban en el pub sevillano O'Neill's. Como siempre bailaba en primera fila, junto al escenario, con Teba, Jenny y los demás habituales mientras Oni me observaba. Había conocido al grupo casi de casualidad unos meses antes y desde que fui al primer concierto ya no me perdí ninguno. Ni siquiera los que eran fuera de Sevilla: Granada, incluso Valencia. Me iba casi a la aventura, quedándome en casa de alguien del canal #beatles de IRC Hispano, ¡qué tiempos aquellos! Apenas podías encontrar páginas web y en España no se comercializaba apenas el ADSL... pero ese es otro tema. 

Volvamos a aquella noche. Como buena incondicional me quedé hasta el final del concierto para saludar a los músicos pero aquella noche no sería una de tantas. Enrique Sánchez, el guitarra solista, me llamó aparte para enseñarme la portada de un disco que llevaban preparando mucho tiempo con gran mimo y por fin iba a ver la luz:


Tomaron como base maquetas que dejó John Lennon incompletas. Las arreglaron y terminaron como supuestamente lo habría hecho él basándose en lo que del artista se conocía. Enrique me enseñó el libreto, era precioso, una maquetación excelente... miré dos veces los agradecimientos y ahí estaba mi nombre, "Marta García". Curiosamente un apellido que ya ni utilizo pero que estaba ahí, en el primer y único disco en el que he aparecido (bueno, hice algunos coros para un cantante de copla... todos tenemos un pasado, amigos).

El caso es que me emocionó muchísimo aparecer en Lennonphile. En ese momento comenzaron a pasarme las cosas maravillosas que en mi infancia, muy dura, supe que me pasarían algún día. Al poco tiempo de que terminara mi contrato con Sevilla Rock recibí una llamada del grupo citándome para una reunión. Apenas pude dormir hasta ese día y siempre tenía el mismo sueño: me iban a proponer trabajar para ellos. Tal y como habían hecho Los Beatles con Neill Aspinall yo sería su mano derecha. Llegué a la cita sudando como un pollo, deseando pasar el trance de los saludos y las introducciones banales para saber si mi sueño se cumpliría. Ese día comencé a creer que si deseas algo con mucha fuerza, si lo pones todo de tu parte, puedes conseguir lo que te propongas. Me convertí en la joven aprendiz de manager de Los Escarabajos y con ellos me quedé hasta la separación del grupo dos años después. 

De ellos lo aprendí todo, fueron como el padre que no tenía. Cada día un sitio diferente, gente diferente, otro ambiente. Cuidaron de mi, en cierto modo me protegieron porque yo estaba muy verde en demasiadas cosas. Era como un pato mareado en la puerta de una sala de baile. Ni siquiera sabían que antes de conocerles yo estaba metida en un pozo muy profundo en el que únicamente tenía a Oni para tirar de mi. Y sin saberlo, me sacaron. En aquellos dos años fui muy egoísta, viví la vida a tope, sin desperdiciar ni un segundo. Tengo recuerdos inolvidables: mi primer viaje con ellos en furgoneta con bautismo de fuego incluido, la noche que pasamos en la casa encantada con pasadizos secretos, el bar del hombre negro que siempre vestía de naranja o la que liamos en una gala de misses no recuerdo dónde. 

Diez años después escucho esta canción, el primer single de Lennonphile, y les echo mucho de menos. Porque aquellos momentos ya no podrán volver nunca, ni Los Escarabajos a los que admiré. A ellos, a las personas con las que compartí esos años, les guardaré siempre un cariño especial. Porque les debo, en parte, la mujer que soy hoy en día. Porque me dieron la segunda mejor oportunidad que me han dado en mi vida. Porque seguro que muchas cosas que vengan en el futuro será gracias a lo que aprendí de ellos. Y porque, junto con Oni, ellos salvaron mi alma.

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Levedad

8/28/2011

Bueno, da vértigo pensar lo rápido que pasa el tiempo... sobretodo el verano. En el mes de agosto te quedas como anestesiado y cuando empiezas a reaccionar ¡ya ha terminado!. Cada año dices que al siguiente lo aprovecharas ¡y te vuelve a pasar lo mismo!. A mi blog parece que este mes le ha pasado lo mismo. Lo dejé el mismísimo día uno, con insomnio y alevosía. De tanto darle vueltas al coco parí un proyecto al que sigo dando forma casi un mes después (y espero relanzar en breve). Han pasado muchas cosas y muchas veces he dicho "esto lo tengo que publicar en el blog" pero me he dejado llevar por la inercia de un mes que parecía perdido pero, pensándolo cuando casi termina, ha sido muy importante. Casi el más importante del año si me apuran. Entre otras cosas he cumplido 13 años de relación y da vértigo. Nunca pensé que llegaríamos tan lejos, sobretodo cuando estuvimos en el mismo abismo hace muy poco.

Agosto termina, amigos, y un nuevo año empieza. He dicho muchas veces que septiembre es el auténtico año nuevo. Este año igual me equivoco porque para esta España en que vivimos el año seguramente empezará el 20 de noviembre, gane el "barbitas" Rajoy o el quijotesco Rubalcaba. Pero yo cumplo años en septiembre, concretamente el día 10, y cambio hasta de ciclo, hasta de cifra. Llegan los 30 antes de los cuales yo pretendía tener mi vida resuelta, un trabajo enriquecedor y dos o tres chiquillos. Los dos años anteriores el día de mi cumpleaños estuvo ligado a uno de los mejores y uno de los peores días de mi vida. En 2009 un artículo mío aparecía en la portada de un periódico, estaba cumpliendo mi sueño haciendo prácticas en la radio y me dieron una fiesta sorpresa. En 2010... vaya mierda de año... mejor no recordarlo.

En fin que, contra todo pronóstico, tengo ilusión y ganas porque llegue el día y afrontar la treintena con una sonrisa. Sin todos mis sueños cumplidos, vale, ni falta que me hace porque tengo lo más importante: la fortaleza, la estabilidad y las ganas de alcanzarlos. Y eso es un regalo que, si lo pienso detenidamente, no podía aspirar a tener hace diez años.


El arte de darle vueltas al coco

8/01/2011

Noche cerrada, un día cualquiera de primavera. Recuerdo despertarme de golpe y pensar en escobas. Después en el universo, ¿cómo es de grande?. Espera, ¡no lo sé!. Y, entonces, ¿qué hago yo aquí?, ¿es finita la vida?...

- ¡¡¡Mamáaaaaaa!!! Hay una escoba y tengo miedo.

No paré de gritar hasta que mi madre estaba a los pies de mi cama. No sé decir que edad tendría pero si sé que no había cumplido los siete. No podía dormir si había algo que no entendía, a lo que no encontraba explicación. Se me encogía el corazón y sentía algo parecido al miedo. Temor a lo que no conozco, a lo que no puedo controlar. A punto de cumplir los treinta sigo igual, o peor. Porque es hasta romántico desvelarse por las grandes preguntas del ser humano "¿de dónde vengo?" y "¿a dónde voy?". Ahora son temas más mundanos; cuando me quedo despierta hasta tarde suele ser porque he vivido una situación y no entiendo por qué ha derivado así o ha habido un comportamiento, mío o ajeno, que no comprendo. Y aquí estoy, casi las dos de la mañana y con un papel delante intentando expresar en un esquema procesos mentales que no son ni míos.

Fueron muchas las noches que desperté a mi madre con preguntas que ella no podía contestar, una santa es lo que era. Algo parecido le pasa a Jorge, al que pongo la cabeza como un bombo con mis tesis y conjeturas; mano de santo para quedarse dormido en poco tiempo el pobre mío. Al final, y también entonces, terminaba debatiendo conmigo misma y sacando conclusiones. Muchas veces de esas conversaciones salen entradas para este blog, otras tomo decisiones importantes... que suelen ser certeras. Creo que es porque en madrugadas como esta dejo salir a esa niña que con seis años se asustaba de la inmensidad del universo. Ella es la que debe aconsejarme y doy gracias por ello, porque con los años si que hay algo que se me va olvidando y que Paulo Coelho resumió en una frase: cuando crees firmemente en algo, el universo entero conspira para que puedas conseguirlo.

¡Buenas noches!



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Mari Pepa Melguizo

6/06/2011

Son casi las nueve de la mañana de un día cualquiera en la primavera de 1996. Con paso acelerado cruzo la puerta de entrada del instituto Luis Cernuda y me apresuro a entrar... en la cafetería. Ya es tarde para llegar a clase de historia y pienso que con el buen tiempo que hace seguro que encuentro alguien con quien pasar el rato hasta la siguiente hora. Además, esa supuesta capacidad de decidir si asisto a clase o no me hace sentir mayor, importante. Pegada al patio veo una mesa ocupada y cojo una silla para unirme a la conversación, me siento y suena un gran estruendo. La puerta golpea violentamente la barra y tras ella, majestuosamente, aparece Mari Pepa Melguizo. La gran soprano solista, pese a sus dolencias, permanece de pie, inmóvil mirándome fijamente. Sin mediar palabra me señala la salida y como gran diva que es hace mutis por el foro dejando tras de si una atmósfera especial. Me levanto de un respingo y corro tras ella, cuando entro en clase de historia ya está al frente así que voy hacia mi sitio entre miradas jocosas de algunos compañeros... Estoy convencida de que Mari Pepa ya les ha contado el incidente.

Así era Mari Pepa, mi profesora de historia. Grande, en todos los sentidos. Con la cara más expresiva que me haya encontrado jamás pero siempre simpática, divertida, picarona. Unos ojos grandes que, detrás de sus gafas, podían derretir el acero con una de sus irónicas miradas. A Mari Pepa le gustaba repartirnos los exámenes uno a uno, llamándonos a su mesa delante de toda la clase. Cuando te nombraba y la mirabas, ya sabías cómo había ido el asunto. Puedo presumir, sin querer parecer vanidosa, de su afecto. Y no sólo porque interrumpiera una clase y casi sin poder andar me sacara de la cafetería, no. Una vez me puso en un examen un 9'9 de nota. Mientras me acercaba a su mesa a recogerlo, contó a mis compañeros que esa décima me la quitaba "de coraje" por poner 2º Milenio con números romanos. Otra vez al llegar a clase nos encontramos escrito en la pizarra "MARTA CREE QUE PERÚ LO CONQUISTÓ ANTONIO PIZARRO" (nombre de mi profesor de matemáticas, el conquistador era Francisco Pizarro y confieso que aún confundo los nombres xDDD). Las burlas por ese asunto duraron años. También recuerdo con cariño el día en que mi amiga Sandra cumplía años, yo estaba en un examen de historia y le pedí a Mari Pepa salir para darle el regalo. Si, en medio del examen. Y si, me dejó con un "pero Martaaaaa" y mirándome como si me perdonara la vida, muy teatral como ella. Esa era Mari Pepa y yo abusaba de su cariño, la verdad.

Pero no quiero ser egoísta porque sé que el amor de Mari Pepa era para todos sus alumnos. Aunque ella dejó este mundo hace ya mucho, por 2001, me emociona ver que en el rinconcito que tiene en Facebook nuestro instituto todavía es la más recordada y querida. Será porque en sus clases se aprendía mucha historia y mucho de otras cosas. Como música; ya he contado antes que Mari Pepa era soprano, solista en el Maestranza para más señas. Había tenido una larga trayectoria profesional y era muy fan, creo recordar, de Plácido Domingo (y espero no equivocarme porque parece que me la imagino clavándome la mirada por el error). La que no le gustaba nada era Montserrat Caballé, nos contó que con esto de las Olimpiadas le tocó grabar en playback con ella y era una diva insoportable, como no le gustó el tipo de madera con que estaba hecho el camerino se negaba a actuar. Luego el coro de la Maestranza le quiso cantar un villancico y los rechazó. Reconozco que ahí le cogí yo también manía a la Caballé, hacerle eso a mi Mari Pepa, vamos.

Tampoco era raro que nos cantara en clase. La interpretación más hermosa que he escuchado en mi vida del coro del Nabucco nos la regaló un día, sin venir a cuento, después de contarnos de qué iba la ópera de Verdi en medio de una lección sobre la Edad Media.



Lo único malo de Mari Pepa es que había épocas en que no la veíamos por clase. Todos sabíamos y ella no ocultaba que aquellos, sus últimos años, no tuvo mucha suerte. Sufrió mucho con las enfermedades y posteriores fallecimientos de sus padres pero, lo grande de Mari Pepa, es que hablaba de ello con afectación pero transmitiendo siempre energía positiva. Incluso nos leyó la esquela que a su padre, Francisco Melguizo, dedicó ABC de Sevilla por ser uno de sus más destacados críticos musicales. En esa edad tan egoísta que es la adolescencia, nos enseñó sin que nos diéramos cuenta a enfrentar las estocadas de la vida con una sonrisa, sin perder el buen humor pero sin querer pretender que todo está perfecto. Mari Pepa tenía un aura solitaria, enigmática. Se decía que de joven había sido miss y lo cierto es que su rostro era de esos que se nota que han encerrado una gran belleza porque conservan mucho de ella. Era fuerte, enérgica, nunca se rendía. Daba clase casi sin poder andar, aunque tuviera que darla en el salón de actos porque no podía subir escaleras. Aprendí de ella que nunca es tarde, que los romanos para pedir 5 cervezas levantaban dos dedos en forma de V, a ver la parte hermosa de la vida siempre y a no tirar la toalla.

Un día, muchos días después del de la cafetería, me encontré a alguien del instituto. No sé a quién ni por qué, pero me contó que había fallecido y que le harían un homenaje por días después en el Cernuda. Si recuerdo perfectamente el sitio en que estaba, que tras recibir la notica volví a casa entre incrédula y asombrada para luego romper a llorar. Era la primera vez en mi vida que se iba alguien a quien yo quisiera, y la quería tanto. Entonces comprendí que ella no me habría querido ver llorar, miré al cielo, la recordé cantando, poniendo caras teatrales mientras daba los exámenes. Me acordé del porrazo que le dio a la puerta de la cafetería como diciéndome "Marta, levanta el culo y lucha. Por mí".

Muchas veces me he acordado de ese portazo desde entonces, Mari Pepa, y muchas veces me habrías tenido que volver a reñir. Pero no me he rendido, y tu recuerdo hace que quiera que un día te sientas orgullosa desde tu pedacito de cielo. El día que supe que te habías ido me prometí que nunca te olvidaría, pocas promesas en esta vida me ha costado tan poco cumplir. Porque una estrella fuerte, poderosa y brillante como tú, se resiste toda la eternidad a apagarse.

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Mi alma se quedó en la radio

5/26/2011


Hago un paréntesis en la cobertura del Movimiento 15 de Mayo porque hoy he recordado que hace ya dos años, por estas fechas, me enteré que iba a hacer prácticas en Onda Cero. No exagero si os digo que fue uno de los días más bonitos de mi vida. Tenía una llamada perdida de un número largo y, cuando la devolví, reconocí al instante la voz que me atendió. Era la propia Susana Valdés. Ahí ya supe que me habían cogido aunque me decía a mí misma que no, que me llamaban para darme las gracias "por participar". Pero no, me habían seleccionado y creo que le pregunté a Susana dos o tres veces que si era de verdad. No me lo podía creer. Pasara lo que pasara en el futuro iba a cumplir el mayor sueño de mi vida y trabajaría en la radio, por lo menos, tres meses. Así empezó el mejor verano de mi vida y por culpa de esa experiencia tengo cada día más mono de radio.

Si pienso en mi infancia, muchos de mis recuerdos felices incluyen un radiocasete o un transistor. Aunque mi familia vivía en Barcelona cuando yo era pequeña, veníamos a Sevilla a pasar las vacaciones. Era, con diferencia, la época más feliz del año. Y, desde que tengo memoria, recuerdo a mi abuelo sentado en su sillón escuchando la Cadena Ser en su transistor. Solíamos escuchar los informativos de mediodía juntos, en los que sonaba la misma sintonía (o casi) que usan a día de hoy. Estuviéramos comiendo, charlando, merendando, sentados en la puerta a tomar el fresco por la noche... la radio siempre nos acompañaba, como una música de fondo que es agradable de escuchar. Cuando no te interesaba la conversación podías pegar la oreja y escuchar las novedades de nuestro Betis, o la última comparecencia de Felipe González.

Por entonces la radio significaba algo, aglutinaba a la familia alrededor. Ya había televisión, incluso habían nacido las autonómicas, pero la radio tenía una magia especial. Siendo un poco más mayor, después de pasar por mi época de escuchar veinticuatro horas al día Los 40 Principales, me aficioné a programas temáticos de varias emisoras pero sobretodo a La Gramola. Tomé por costumbre encender la radio el día que empezaba mi cumpleaños a las 00:00 y escuchar qué canción sonaba en ese preciso momento en el programa. Mis amigos, que conocían esa costumbre, llegaron a pedir una canción de Paul McCartney para mí un año. Fue muy emocionante, era como traspasar la frontera de la radio.

Incluso hoy, con tantos medios de comunicación, me sigue gustando informarme a través de la radio. Sobretodo después de lo duro que me hizo trabajar Ricardo Acosta hasta hacerme con la redacción radiofónica en la que tienes que contar cualquier noticia en un párrafo corto o dos (aprendizaje que no aplico a mi blog, lamentablemente xD). Os animo a todos a trabajar, estudiar, procrastinar delante del ordenador con alguma emisora de radio puesta. Porque la radio, amigos, sigue teniendo la magia de que al otro lado hay una persona que te habla a ti pero nunca sabe si la estás escuchando.

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Es más que amor... es pasión

4/21/2011

Tarde de vacaciones. Ociosa por obligación porque necesito desconectar. Abro Spotify y pienso en qué canción recomendar vía Facebook un día como hoy. No lo dudo: "tiene que ser una del Superstar" me digo a mí misma y pongo el Getsemaní de Camilo Sesto a todo trapo. La canto a voz en grito hasta que termina y aleatoriamente comienza a sonar Simón Zelotes, también de la BSO de esta genial ópera rock de los setenta. ¡Coño! Qué curioso, al mismo tiempo tengo una nueva notificación en Facebook: "Paco Cifuentes te ha invitado al evento PRÓXIMOS CONCIERTOS"... Mi mente comienza a volar muy atrás, a mi época adolescente, hasta dar con el origen de mis pasiones, con el germen de las grandes cosas que todavía hoy me mueven en la vida:


Capítulo 1. El Teatro

Y es que, con quince años, una noche de luna llena de 1997, me enamoré para siempre del teatro (como conté en este mismo blog hace algún tiempo). Por entonces, lo he contado muchas veces, yo era una pipiola que quería ser hippie, bohemia y artista. Así que me pegaba a los que eran así en el instituto, mayores que yo y con ese aire interesante que tanto respeto me infundía. En el grupo de teatro estaban algunos de ellos (que, de hecho, son hoy grandes artistas) como el propio Paco Cifuentes o Rober Terán, por lo que la pequeña Marta adolescente se compró entradas para las cinco representaciones de Jesucristo Superstar. ¿Qué pasa? Lo hice porque no siempre hacían los mismos los papeles principales y porque mi amiga Bárbara hacía de apóstol y me tenía enganchada a todo lo relacionado con el montaje. Al final terminé formando parte, en cierto modo, de todo aquello y supe que yo también quería hacerlo. Un año después, cuando me subí a las tablas por primera vez, me enganché al escenario de por vida. La sensación que tiene uno cuando baja el telón es lo más parecido a enamorarse que he experimentado. Te embarga una paz y una alegría incontrolables durante los siguientes días y entonces no puedes pensar en otra cosa más que en ello. Mi trayectoria como actriz de momento es corta e irregular: un protagonista y un secundario en el instituto, algunas escenas cortas, un corto haciendo de una Lady Macbeth prostituta, una obra interactiva escrita a dos manos con mi amigo Carlos Tuñón para la facultad y una adaptación también para la facul. ¡Ah! también algo de teatro loco de calle con una compañía de la que fui fundadora y siempre me sentiré orgullosa de decir que su nombre estuvo inspirado por mi afición beatlémana: IMAGINA TEATRO.

Capítulo 2. La música y Los Beatles

En casa siempre había una radio encendida, mi madre debe tener una en cada habitación. Así que creo que llevo escuchando música desde que nací. En algún momento que no consigo determinar pasé del Radiolé a los 40Principales y ya entonces grababa en cintas las canciones para poder jugar a que era locutora de radio... pero eso es de otro capítulo. Como ya he explicado antes yo me pegaba a los pantalones de todo chico o chica mayor con aires de bohemio o hippie que conociera. Además de los teatreros teníamos a los que escribían la revista del instituto, muy ácida y con un rollo underground que yo nunca he tenido pero que adoro. ¿Os he contado que me cortaba mucho con los bohemios? Si, verdad. Pues con Antonio, Alfonso Amo, David Calzado y compañía me pasaba que no encontraba temas de los que hablar con ellos pero quería conocerles mejor. La solución la encontré en el britpop, escuchando los 40 a diario era toda una experta y a ellos les molaba... Conseguí mi objetivo y Antonio me propuso escribir un artículo sobre John Lennon para la revista... ¡Yo sólo sabía de John Lennon que era de Los Beatles y que estaba muerto! Así que Antonio y la canción Lemon Tree de Fool's Garden son los culpables de mi beatlemanía. De las locuras que he hecho por Los Beatles mejor os hablo otro día... o escribo un libro que da para eso si sumo las que han hecho amigos míos.

Capítulo 3 (y último). La radio y el periodismo

Volvamos a 1995. Habíamos dejado a una joven Marta casi recién llegada a Sevilla pegada todo el día a un radiocasete de doble pletina. Escribía mis propias entradillas para las canciones, las presentaba y me fastidiaba cuando no las había podido grabar de la radio enteras. Como un par de años después descubrí que los 40Principales convocaban anualmente un concurso para nuevos locutores. Llamé muy ilusionada a la emisora y un amabilísimo Luis Rollán (que también había sido, casualidades de la vida, uno de esos bohemios de mi instituto) me explicó que no podía participar porque no alcanzaba la edad requerida. Hasta entonces había querido estudiar una ingeniería pero ese día tuve claro que iba a ser periodista y que ni la edad ni nada se volvería a interponer en mi camino.

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Los más observadores habrán notado que todas mis pasiones (hasta mi pareja, al que no meto en este ránking pero sabe que es lo que más me apasiona de la vida) nacen en la adolescencia. Y creo que es así para la mayoría de nosotros. Cuando tenemos catorce, quince años... nos atrevemos a soñar, a hacer las cosas desde el corazón y hasta las últimas consecuencias, queremos tocar la luna con las yemas de los dedos. Después, si no la regamos, esa pasión va muriendo como una flor que se marchita si no la atiendes a diario. Así que esos bohemios, hoy algunos amigos ya sea en la distancia o en el recuerdo, son los "culpables" de que siga siendo una apasionada de la música, Los Beatles y el teatro... y cuando por fin me gane la vida como periodista podré decir que lo conseguí en parte gracias a ellos. Bueno, a ellos y a una Marta adolescente a la que nunca he querido traicionar.

¡Feliz Jueves!


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La que sigue aquí

1/20/2011



¡Feliz año! Me sonrojo al pensar que ni el año había felicitado por aquí. Pero si algo aprendí en 2010 fue a priorizar... de verdad. Durante toda mi vida había pensado cosas sobre mí misma que el puñetero año que acabamos de despedir me desmontó. Ni era tan generosa como me creía ni sabía priorizar o relativizar, por ejemplo.

No era generosa porque si, me dejo la piel por ayudar a los que quiero y a los que puedo. El matiz es que antes les ayudaba a hacer las cosas como YO creía que se tenían que hacer. Nada de apoyar a los demás y ayudarles en sus decisiones o dejarles elegir su camino. Y, a base de sangre, aprendí la lección. Si algo le pido a mi futuro después de lo mal que lo pasé es ser capaz de darme cuenta de las cosas de otra manera en lo venidero.

Y tampoco sabía relativizar ni priorizar. No valoraba mi armonía, mi paz interior. Ahora me quiero como persona con limitaciones que soy, sé hasta dónde estoy dispuesta a llegar y hasta dónde no. Eso lo aplico a personas, actitudes, situaciones y a mí misma. Lo malo es que cuando te tiras casi 30 años siendo complaciente, preocupándote más de agradar o no defraudar a los demás que de ti misma... cuando cambias de actitud muchas veces la gente no lo entiende. Ni siquiera los que tienes cerca. Porque no llevo un cartel que diga "PELIGRO, CAMBIOS ESTRUCTURALES EN CURSO". Así que ahí empieza un juego de compensaciones: si X persona me compensa puedo ser más paciente en el proceso de que se adapte a mis cambios, luchar para hacer que los entienda. Hasta el punto en que me compense, claro. Porque determinados caminos vitales no tienen marcha atrás.

¡La leche! Yo que venía a decir nada más que todavía no he decidido cuál será el futuro del blog y llevo tres párrafos. Hay cosas que no cambian, pese a todo. En fin, lo dicho, entre mis prioridades actuales no está tomar una decisión sobre el blog. De momento seguiré pasándome cuando me vaya apeteciendo aunque no tengo el tema tan abajo en mi lista como para que llegue, yo que sé, el verano por ejemplo sin que haya tomado decisiones al respecto.

En fin, soy yo, la que se marchó, la que sigue aquí sin mirar atrás, la que estuvo al borde del abismo... Vamos, que la canción de mi tocaya me viene al pelo (o casi, por suerte).

¡Nos leemos!

No quiero hacer balance

12/31/2010

Se termina de una vez este 2010. Un año que empecé con muchas ilusiones y alguna decepción desde el minuto cero, bajo la nieve londinense. Durante estos doce meses he vivido momentos muy importantes para mí, como mi graduación. También uno de los mejores viajes de mis doce años de relación a la preciosa y tranquila isla de Lanzarote. Inolvidable en todos los sentidos.

Pero todo eso no compensa que quiera olvidar 2010 lo antes posible. Quiero olvidar que me sentí vulnerable, aunque de eso haya aprendido varias lecciones. Necesito dejar atrás el dolor tan intenso que sentí y que incluso traspasé a los que me rodean y han estado incondicionalmente ahí para mí. Aunque esté muy orgullosa de ellos y me llene de orgullo tener a gente tan maravillosa cerca, como amigos, hermanas y "padres" (ellos me entienden). Ha sido, en muchos sentidos, un año para madurar y empezar nuevos capítulos de mi vida en particular y de pareja.

Recibo 2011 también con ilusión, también con incertidumbres... pero con una gran lección aprendida: le voy a sonreír a la vida venga como venga, me voy a atrever a disfrutarla.


¡FELIZ 2011 PARA TODOS!


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Get back to where you once belong

7/07/2010

Perdonará el público noctámbulo que esta entrada la escriba sin corregir, sin revisar y sin darle una vuelta de tuerca para que en lugar de ser fruto de un impulso diga con precisión lo que quiero transmitir. Aunque, ¡calla!, si es lo que hago siempre.

Este blog nació con el propósito de sustituir al cuaderno que siempre llevaba encima y en el que escribía sensaciones, emociones, recuerdos, pasajes, mis textos... Parecía entonces una idea genial compartir todo ese mundo interior con completos desconocidos. Bueno, al fin de al cabo se supone que únicamente lo leerían mis amigos ya f ueran reales o virtuales.

Pero, curiosamente, desde su concepción siguió unas pautas claras: todas las entradas, por ejemplo, tendrían por título un fragmento de alguna letra de Los Beatles o el título de una canción suya. Y cuando digo Los Beatles me refiero juntos o por separado. Incluso el título del blog, Campos de Fresas, estuvo pensado a conciencia. Esos campos simbolizaban, y simbolizan, mi primer reportaje "publicado" y cómo abrí una puerta que luego no pude volver a cerrar: la de la beatlemanía. Si tienen algo de tiempo les contaré su bonita historia:

Corría el año 1996 y yo estudiaba segundo de BUP en el instituto Luis Cernuda de Sevilla. Llevaba un año viviendo en la ciudad del Guadalquivir pero todavía no había encontrado mi sitio. Y con mi sitio me refiero a esos amigos con los que charlar de gustos y propósitos compartidos. Tenía amigas, pero de otro tipo. Si, conocía a alguna gente pero la que me parecía interesante no parecía pensar lo mismo de mí. Admiraba a los grupos de chicos mayores que filosofaban en la cafetería, tan bohemios ellos y tan hippies, ¡quería ser como ellos!. A la mínima oportunidad me intentaba arrimar a escucharles para tomar buena nota de qué música escuchar y qué libros leer.

Para cuando Antonio me ofreció escribir en la revista del instituto sobre John Lennon (bueno, realmente no recuerdo si me ofreció yo o cómo pasó todo... me puse histérica de la alegría) ya le había escuchado ese nombre junto con el de Los Beatles muchas veces, a él y a sus amigos. En alguna ocasión me habían dicho que si me gustaban Fool's Garden o bien Oasis debían gustarme ellos. Pero debo confesar que por entonces no había escuchado ni una vez a los de Liverpool con conciencia de que fueran ellos.

El caso es que acepté escribir sobre Lennon como si fuera la mayor de las fanáticas del artista aunque me sonara ligeramente el nombre y punto. Antonio y David me documentaron prestándome el libro de Sierra i Fabra "El joven Lennon" y la música la saqué de una vieja casette que me prestó una amiga, un grandes éxitos. Lo que descubrí en esa cinta y ese libro cambiaría para siempre mi vida y me inspiró un reportaje llamado "Campos de fresas para siempre". Aquellos bohemios a los que casi idolatraba me felicitaron por lo que había escrito y eso supuso para mí lo máximo por entonces. Pero, además, ahí terminé de convencerme de que lo que quería ser, con toda mi alma, era periodista. Porque el proceso de escribir aquello para El Ghetto (así se llamaba la revista) me había hecho más feliz que casi cualquier cosa de mi corta vida.

Y por eso este rincón tiene el nombre de aquel reportaje. Pero hoy por hoy siento que este blog ha cubierto un ciclo y que de aquella intención inicial de ser cuaderno de bitácora no queda nada. He vuelto a llevar una libretita encima. Como le decía a un buen amigo por correo hace unos días, la evolución de los usos de internet y las redes sociales nos están haciendo caer en trampas peligrosas, como no hablar realmente con tu entorno porque toda la información que necesitas de ellos la tienes en su "muro" de facebook. O publicar allí que te graduas, cumples años, te casas o te separas... casi a tiempo real.

También será, no lo sé, que ya no soy aquella niña que necesitaba explotar y lanzar al mundo lo que llevaba dentro. Ahora soy una ¿joven mujer? que prefiere centrarse en ofrecer a ese mundo lo que siempre quiso: su forma de hacer periodismo. Siento que este blog me ha acompañado a lo largo de un proceso complicado que ha cubierto varios años de mi vida. Pero esa etapa está cerrada y no sé si con ella deben morir los Campos de Fresas o deben reinventarse como el Fénix que otras veces demostraron ser.

O quizá todo esto no sean más que disertaciones de una lunática, en el buen sentido de la palabra, una calurosa noche de verano...

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