Cápsulas de memoria I: Jesucristo Superstar

8/25/2006



Era una preciosa noche de primavera, en 1997. De pronto el foco iluminó la azotea del instituto. Era un gran haz de luz blanco que dejaba entrever varias sombras que no paraban de moverse. Las sombras parecían saltar al vacío, pero pronto nos dimos cuenta que bajaban por unos cables prácticamente invisibles. Entonces, también de la nada, aparecieron un par de motos de estas que llevan los Ángeles del Infierno. Dos de los chicos que habían bajado de la azotea se subieron en las motos a hacer piruetas. Uno de ellos, que llevaba un pañuelo en la cabeza, casi se cae y a todos se nos encogió el corazón. Comenzaron a salir actores de todas partes y formaron un círculo perfecto en el centro del patio, convertido esa noche en el inmenso escenario de la ópera rock Jesucristo Superstar. Siempre al ritmo de la música, comenzaron una coreografía sincronizada al milímetro. Según había oído varios actores se habían lesionado de las veces que tenían que hincarse de rodillas a lo largo del baile.

El chico del pañuelo en la cabeza, probablemente uno de los chicos más guapos que haya conocido, se puso en mitad del círculo. Hacía de Simón Zelotes y esa era su canción, en la que intentaba convencer a Cristo de que alzara las armas para liberar al pueblo:

"Deben ser más de 30.000
los que harían cualquier cosa por tí
Dispuestos incluso a morir,
al menos unos 30.000.
Siempre te están escuchando
diles que a roma hay que odiar.
Tú tendrás mucho más poder
y nosotros un hogar"

La verdad es que no tuvo mucho éxito, porque Jesús no tardó en salir a contestarle:



"Morirás mientras tú vivas,
pobre Jerusalén,
para vencer la muerte y no sufrir
deberás morir"

Durante dos horas y media pudimos ver, además de esto, a Judas colgarse de un árbol, a los monjes subidos en un andamio real, cómo del agua donde se limpiaba Pilatos aparecía sangre mágicamente (bueno, químicamente más bien) o a Jesús sufrir mientras le daban latigazos y en su espalda iban apareciendo hileras de sangre. Por no hablar de lo sobrecogedor que fue cuando le crucificaron. Sin duda, todo aquel espectáculo marcó un antes y un después en una Marta de 15 años que miraba atónita desde el público todo aquelló. Lloró, rió, se emocionó. Pero, quizá, lo más emocionante fue cuando en la última canción, cuando todos los actores cantaban... el equipo falló y todo quedó en silencio. Una de las actrices, Ade, fue la primera en reaccionar y comenzó a cantar a capella, como si nada hubiera pasado. El resto de actores la siguió y todos en el público nos levantamos de los asientos para acompañarles con las palmas.

Cuando todo terminó no pude más y salí corriendo a darles la enhorabuena. Mi corazón latía muy rápido, no sabía ni qué les iba a decir ni qué hacer. Sólo quería estar allí con ellos, sentir y vivir ese momento. Entonces no sabía el por qué, pero al primero que me acerqué fué al chico que hacía de Herodes, un Herodes muy pero que muy gay, todo hay que decirlo, que chapoteaba en una piscina de plástico durante la obra. El chico estaba temblando y lloraba mientras no paraba de repetir que no se lo creía. Todas las chicas perseguían al actor que hizo de Jesús, porque es un chico con un aura muy especial (y guapo). A mi me gustó Judas, así que también me acerqué a él. No sé por qué no fui capaz de decirle más que enhorabuena y con mucha timidez, me puse muy colorada y salí corriendo a buscar a Pichi y Bárbara, dos amigos que también actuaban en la obra.

Me quedé con todos a recoger, pues quería compartir con ellos algo de esas sensaciones que vivían en esos momentos. Hubo bebida, tarta, risas y cosas que una niña de 15 años veía por primera vez, todo hay que decirlo. Aquella noche las emociones fueron muchas, lo único que quería era formar parte de eso y fui a ver el resto de representaciones, les ayudaba en lo que surgiera, como había hecho antes del estreno. Pero ahora era distinto. Algo había cambiado dentro de mí después de verles.

Terminó la primavera y pasó el verano. A lo largo de esos meses pensé que la euforia de Jesucristo Superstar se me pasaría, pero llegó septiembre y seguía decidida a entrar en el grupo de teatro del instituto. Así que me apunté. Y llegó el primer día en el grupo. Había muchísima gente, sobre todo chicas. Pero también estaban todos los actores que había visto el año anterior riendo, comiendo tarta, actuando y trabajando duro. En ese momento pensé que no sería capaz, que había mucha gente como para que yo pudiera hacer algo.



Continuará...

Dedicado a Julián, Roberto, Cifu, Ade, Jesús, Ana María, Cova, Pichi, Bárbara, Tere, Alex, Fran, Jose María Barea y todo el equipo de Jesucristo Superstar del Instituto Luis Cernuda.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Joder, no me cansaré de decirte que escribes genial!!!! Me encanta leerte!! gracias, me has hecho a mmi partícipe también de es función de teatro ;)
Besitos!!

Anónimo dijo...

Que sepas que yo vi esa obra de teatro en el Luis Cernuda, mis amigos estudiaban alli, y me gusto bastante. Lastima que no nos conocieramos entonces.
Me ha gustado mucho recordar todo aquello, sigue escribiendo asi Martuki

Marta G. Navarro dijo...

¡Gracias, patri! Eres estupenda.

Quillo, ¿tú estuviste en la obra? Supongo que estarías cuando se estrenó, que fue por la noche y el día del que hablo. Qué curioso, ¡entonces viste al Pichi actuar antes de conocerlo!. Espero que no vieras también la obra del año siguiente... dejémoslo ahí que no quiero desvelar mi próxima cápsula.

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