Leyenda de Sant Jordi

4/23/2009

Había una vez, hace muchos años, un pueblo acosado por un dragón. Para saciar su hambre y que no les atacara le entregaban una doncella cada cierto tiempo. Y hete aquí que le tocó a la hija del rey. Ella se sacrificó pues no iba a ser diferente de las otras chicas del reino. Llegado el día señalado abrieron las murallas para que la princesa saliera y ésta se sentó en una roca a esperar al dragón.

Mientras llegaba al pueblo un caballero montado en un caballo blanco, tan blanco que hacía palidecer a la luz del sol. El jinete no era ni más ni menos que Sant Jordi y, enterado del asunto, decidió salvar a la princesa del dragón.

Las puertas del pueblo se volvieron a abrir y por ellas salió raudo el caballo blanco, en busca de la doncella. Cuando la encontró el dragón ya se le aproximaba amenazante. Entonces Sant Jordi sacó su lanza y atravesó con ella a la bestia. El dragón calló no demasiado lejos de donde estaba la princesa y comenzó a sangrar abundantemente. Murió. Pero de su sangre brotó un rosal. Sant Jordi cogió una rosa y se la entregó a la princesa, sorprendida aún de que fuera a vivir para contar semejante gesta.


Y es por eso por lo que cada 23 de Abril cada chico regala a una chica la rosa, sangre del dragón que se convirtió en flor en prueba de la más alta demostración de amor, poner en peligro la vida propia por salvar al que ni siquiera se conoce.

Feliç Sant Jordi a tothom! / ¡Feliz Sant Jordi para todos!

Fuentes: Mi memoria de colegial


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