A day in the life

5/07/2011

Queridos lectores:

Hace unos días os hablaba en este mismo rincón del Síndrome de Abandono. Me enorgullece decir que en tan poco tiempo soy capaz de identificarlo cuando me sobreviene. Lo que me ha sorprendido es que no es algo esporádico sino que son varias las veces al día que me embarga ese sentimiento de rechazo, esa sensación de que el otro es consciente de lo malo que hay en mí y eso provoca su reacción. Así que en cuanto me doy cuenta, lo corto de raíz y ¡zas en toda la boca!, desaparece. El problema que me estoy encontrando, por ahora, es que como sabéis la energía ni se crea ni se destruye sino que se transforma. Y todas esas veces que me he contenido para no sentirme abandonada me pasaron factura hace unos días con un rato de estado de ansiedad al más alto nivel. Desde entonces estoy probando un consejo de mi amiga Carmela: "cuando algo te agobie mucho míralo desde fuera, como si el asunto fuera de otra persona". Esa especie de viaje extracorpóreo me está sirviendo de momento, ya os contaré si tiene algún efecto secundario o es la solución definitiva.

Por otro lado, señoras y señores, he empezado a tomar consciencia de que este año abandono la veintena. Lo bueno es que como dice el refrán "mal de muchos, consuelo de tontos" y antes que yo han cumplido los treinta dos amigas muy queridas en los últimos meses por lo que de un tiempo a esta parte es frecuente que salga el tema de en qué vamos notando la edad. La verdad es que físicamente lo noto poco de momento, supongo que como tengo la forma física de una ameba debo asfixiarme más que una viejita del imserso con su sombrilla cogiendo sitio en Benidorm a las ocho de la mañana. A nivel de coco tampoco he notado nada raro aparte de esa sensación de "quiero hacer X antes de cumplir los 30" (cámbiese X por la carrera, por planes de boda, por encontrar trabajo en la radio o por aprobar las pruebas de acceso al master de El País... mismamente). Me agobia pero relativamente, porque si me quedo (virgencita) como estoy también soplaré la tarta muy feliz. Más me preocupa cómo narices celebrarlo, porque vamos a ver... es un acontecimiento emblemático, un número redondo y sólo pasa una vez en la vida. Claro que en vista de cómo celebré los 29 me dan ganas de largarme yo sola ese día a la otra punta del país y no coger el teléfono.

Me he ido por las ramas de mala manera, pero para compensar os diré en qué si he notado que voy para lo que vulgarmente se conoce como "pureta": No sólo me he aficionado a "Sexo en Nueva York" sino que me siento identificada con algunas tramas... Ahí lo dejo, saquen sus propias conclusiones, amigos, que yo por esta noche ya me he enrollado de mala manera.

¡Feliz fin de semana!

PD: Pero sigo odiando a Sarah Jessica Parker :P

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

1 comentarios:

M dijo...

El método más sencillo para no preocuparnos por ciertas cosas es pensar que mañana puede atacarnos una carpa. Hay gente a la que le agobia pensar que no tenemos la vida asegurada, pero a mí me ayuda a pensar menos en lo que está por venir y a centrarme más en el presente y el futuro inmediato, que es algo sobre lo que sí tengo capacidad de acción y decisión.

Mi otra técnica es recordarme que soy maravillosa y que, por tanto, todo irá estupendamente. Y si no es así, ya me enfrentaré a ello en su momento, pero para qué anticipar nada.

Por último, los 30 deben ser como los 29. Que no sé cómo serán, pero imagino que como los 28. Y como los 50 y los 11. Respirando, desplazándonos de forma bípeda (o reptando si alguien quiere llevar la contraria), comunicándonos con nuestros semejantes y devorando chocolate.

Publicar un comentario

 

También en...