Maestros

6/06/2013

Esos seres bohemios, cercanos pero que parecen inaccesibles, que te inspiran pero ante los que te bloqueas porque te sientes pequeña, insignificante. 

Da igual los años que tengas, los logros que los demás crean que llevas en la maleta. Ante uno de tus maestros entrelazas los dedos nerviosa, torpe. Nada de lo que digas importa porque lo llenan todo con su presencia. Ni siquiera necesitan hablarte. 

Creciste, dejaste la estúpida adolescencia atrás y desde entonces no te has vuelto a comportar con nadie de la misma manera. Pero ellos son tus maestros, por ser como ellos comenzaste a escuchar a unos tipos llamados "Beatles" que por lo visto cantaban a la paz. A otra maestra la admirabas por su fortaleza, aunque sabías que por dentro era frágil; pero tenía determinación. Quería ser actriz y tu quisiste ser actriz contagiada por ella, que lo consiguió. 

Terminaste en el salón de otro absorta oyéndole tocarte al piano en primicia uno de sus primeros temas cuando acababa de decidir que se dedicaría a la música. Pero para ti ya era grande, ¡era el maldito Simón Zelotes bajando de una motaza con porte de James Dean! Y luego está el que además de maestro es amigo y recuerdas como si fuera ayer la primera vez que le viste. Con ese aire de intelectual, de poeta, entrando en tu clase a picarnos a todos el veneno de la poesía. Después el día en que lo tenías que entrevistar pero estuviste esperándole horas para al final ni poder verlo. Todavía hoy cuando les ves actúas como aquella niña carpetera, casi una especie de grupie. Incluso cuando se convirtió en en un poeta muerto (¿Viktor Zaratea?) que no existía pero se aparecía te seguías sintiendo insegura a su lado.

Quizá la culpa es tuya por a tan temprana edad saber rodearte de tanta genialidad. Durante muchos años nada de lo que hacías estaba a su altura y piensas que quizá nunca lo estará. De vez en cuando dan un recital, un concierto o publican un libro. Y tu te enorgulleces de poder decir "este es mi amigo". Lo dices y te sientes una farsante, porque significaste un capítulo tan corto de sus vidas que no crees merecer ese título. Vuelves a verlos y es como si el tiempo no hubiera pasado, te bloqueas igual. Pero ¿sabes qué? ¡qué cojones!. La próxima vez que veas a uno de ellos mírale a los ojos, dale un abrazo y le dices "vamos a tomarnos unas cervezas y nos ponemos al día".

Y se lo dices en tu orgullosa prosa porque nunca supiste rimar, siempre se burló de ti la jodida poesía. 

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