Arenas de libertad

7/31/2013

¿Cuánto puede hacer? ¿Diez años? Lo recuerdo como si fuera ayer. Acabábamos de salir de una prueba de sonido en Boss y teníamos que hacer tiempo hasta la hora del concierto. Yo tendría, no sé, unos veintitrés años. Ahora me recuerdo casi como una quinceañera, fascinada por el mundo en el que vivía. Echando un paseo llegamos hasta el cine y, no sé por qué, entramos a ver Habana Blues. 

Hoy, otra vez de casualidad, me he encontrado con la extraordinaria banda sonora de esa película y a mi mente han acudido mil recuerdos: un puñado de viajes en furgoneta, la sensación de libertad y de que tienes el mejor trabajo del mundo, la marca que te dejaba gente de aquí y de allí, los primeros cubatas, y la certeza de que a tu regreso esa persona especial te estará esperando sea el día que sea a la hora que sea.

Olvido rápidamente el argumento de la mayoría de películas que veo pero Habana Blues la recuerdo perfectamente. Y eso que estaba avergonzadísima, me quería morir de corte en la butaca (como me pasa siempre que estoy con alguien a quien respeto y admiro). Va sobre elegir entre lo que eres y lo que debes ser, entre lo que quieres y debes querer. Ayer Nacho Terceño contaba en la radio un precioso cuento en el que la protagonista olvidaba que tenía alas para luego, de pronto, recuperarlas. Todos tenemos, lo creamos o no, la libertad de hacer lo que queramos con nuestra vida.

Por ejemplo, coge aire y grita lo más fuerte que te permitan tus pulmones. Da igual si estás en una biblioteca, en tu casa a las 2 de la madrugada o en la sala de espera del médico. Simplemente grita y luego vuelve a actuar con normalidad. ¿Ves? El cielo no se ha abierto en dos y ha llegado el apocalipsis porque hayas gritado.

En fin, si pasas de mis reflexiones profundas por lo menos escucha una de las mejores bandas sonoras que se haya compuesto para una película. Y si, uno de los protas sale en Aquí no hay quien viva.




Buenas noches y buena suerte.

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